El conocimiento poético de la maternidad por Romina Coronel
“La verdad es un monstruo pinchudo que duele, hijo/tuve que decírmela muchas veces/ para que su filo se entretuviera con mis carnes”, dice Romina Coronel. El cuidado maternal que se hace tiernamente fuerte y cruelmente real en La Confesión, último texto del poemario El Libro de Juan de Coronel. El amor y la maternidad tiene muchas aristas, parece que todo se ha escrito y a su vez, la naturaleza monstruosa de la verdad que devora deseos, libertades y esperanzas para vomitar desigualdades y estereotipos los vuelve a vaciar.
Es desde este lugar de enunciación que Coronel encara su primer poemario editado por el sello independiente Halley. La escritora chaqueña ya vio sus textos en libros, antologías y revistas locales, pero el camino de la edición es diferente en el oficio de la escritura literaria. Nacida en Corzuela, lleva una vida adulta en Resistencia, es mamá de un Juan ya de 19 años, docente de Lengua y Literatura hace 17 años en secundaria e integrante de la Red de Educadoras Feministas de Chaco. Escribe desde niña, pero recién este libro la encuentra y valida personalmente para llamarse “escritora”. “Tengo como todas estas facciones dentro de mí que conviven, pero que al mismo tiempo se hilan con el lenguaje”, describe.
“Tengo mucho respeto por el trabajo de la escritura y sentía que hasta que no tenga un proyecto cerrado, en el sentido de que cumpla los circuitos del hecho literario: la escritura, la corrección, posterior publicación y después la devolución de mis lectores; no me sentía escritora hasta ese momento. Me sentí escritora cuando vi mi libro terminado y comenzó a circular, la organización de la presentación del libro, la devolución de los lectores, que es lo que más estoy disfrutando”, explica.
“Siempre miré el mundo desde una manera poética”, afirma la poeta, “me aparecen versos cuando miro la realidad, es mi manera de mirar el mundo, pero después viene el trabajo que tiene que ver con la palabra”, comenta. Dice que se responsabilizó de ese trabajo con el proyecto del libro, se formó primero con talleres y compartiendo colectivamente su producción.
Romina dice que la poesía siempre vuelve, “desde la intuición y desde siempre”, pero la incursión en narrativa, y los cuentos son “un proyecto que tengo como objetivo, un libro de narrativa, me gusta mucho. Me interesa seguir formándome también, siento que el trabajo en talleres y con gente que está más formada o que por ahí ya tiene un recorrido da pistas, da herramientas”.
ESCRIBIR ACOMPAÑADA
Consultada por el momento de escritura, que suele ser solitario, la poeta valoriza el trabajo en taller: “estuve dos años en un taller literario antes de que salga el libro y el trabajo, la confianza que yo adquirí con mis pares en ese taller fue fundamental para que después pueda concluir el libro”. “La literatura es dialógica, puramente dialógica. O sea, no hay forma que sea de otro modo. Incluso en el diálogo interno que un escritor o una escritora”, considera.
La literatura es puramente dialógica. Incluso en el diálogo interno que un escritor o una escritora”.
“Mi libro que es de poesía pero que al mismo tiempo narra una historia entre una mamá y un hijo también eso, pensar en eso, cómo indagar en eso, que a mí al principio me hacía ruido, pero que después dije, bueno, dejemos a ver qué pasa con esta idea de que el yo lírico sea una mamá y que aparezca un personaje que sea el hijo, y me gustó”, detalla sobre esa maternidad tan subjetiva que se hace experiencia colectiva en este corpus poético.
“Es una poesía narrativa, si bien la primera parte tiene como partes más líricas, podríamos decir. Me gustó este cruzamiento de géneros, digamos. Me funciona la lectura compartida, me funciona la devolución de amigas y escritores con los que trabajo”, agrega.
UNA MATERNIDAD ELEGIDA, NO INCUESTIONABLE
Romina trabajó con poemas que habían sido escritos “hace muchos años, con una cabeza de hace muchos años, y vistos con la cabeza de ahora, era como muy loco, pero al mismo tiempo sentarme a trabajar con esos poemas. La escritura siempre es un autoconocimiento para quien escribe”, relata.
“Creo que decidí también ir con este tema porque fue era algo que yo sabía. La poesía tiene algo que no tiene en otros géneros, que es que expone mucho la subjetividad de quien escribe. Por ahí hay maneras de velarlo claramente, hay estrategias poéticas que pueden velar y es así, pero yo la verdad es que decidí ser muy libre con mi yo lírico, como liberarme de un montón de ideas de exposición que tenía antes”, comenta y enfatiza: “creo que la vejez me hizo más libre, el feminismo me hizo más libre. Y sobre todo porque exponer, digamos, de algún modo esta temática tiene que ver para mí fundamentalmente con mi elección de ser madre. Yo tuve la posibilidad de elegir si quería un aborto o no quería un aborto”.
“Entonces, creo que hablar de estas cuestiones, en este caso de una maternidad elegida conscientemente, más allá de las circunstancias, trae la temática para poder abordar, aún hoy, con una ley, que hay mujeres que no lo pueden hacer y que cuando una maternidad es elegida, más allá de las circunstancias puede ser difícil claro, cualquier maternidad es difícil, pero al mismo tiempo puede ser muy linda y hacerte muy feliz”, señala Romina.
“Hay muchos poemas que problematizan las ideas que hay sobre la maternidad. Aún no es tan masivo como debería ser creo que muchos tiempos los hombres escribieron sobre las mujeres, sobre las maternidades y hace un tiempo hay muchas mujeres que están escribiendo sobre diversos temas y me parecía importante también esto, qué pasa cuando nos ponemos las maternidades, pero desde un lugar libre“, cuestiona. “Pareciera que está todo dado, que ya los feminismos tuvieron como mucho, pero en realidad hay voces que todavía no son tan accesibles”, añade.
Hay muchos poemas que problematizan las ideas que hay sobre la maternidad. Aún no es tan masivo como debería ser creo que muchos tiempos los hombres escribieron sobre las mujeres»
Los sentimientos que afloran en la relación con otra persona son muchas, es cuestionar desde el consentimiento. Romina elige ser madre, pero no puede elegir cómo será es persona que vivirá con ella tanto tiempo. “Hay poemas donde hay una cuestión fuerte, por ejemplo, uno habla de si se puede odiar a un hijo. ¿Cómo no? Es un vínculo, está tan romantizado ese vínculo, que nos impide hablar de un montón de cosas que nos haría más libres”, expresa.
“Más allá de que uno esté en pareja o no, a mí me pasó estando sola eso, el impedimento, sentir la vergüenza de esto, sentir que no podes más. Es una responsabilidad para toda la vida, eso asusta a cualquiera, entonces es algo que me parece que nos debemos todavía esas charlas”, explica.
JUAN, EL ADOLESCENTE
En medio de la charla, sale la pregunta: “¿hablo con su hijo antes de la publicación?”. “Le dije, ‘mira, quiero que leas esto’ porque hay cuestiones que también lo atañen a él y bueno, quiero que se llame así porque me parece este el título. Se mató de risa, me dijo que sí que no pasaba nada, que no saque trapitos al sol, y le dije bueno, pero es nuestra historia”. “La literatura siempre parte de la realidad, eso lo sabemos, no todo lo que está ahí es tal cual sucedió, pero hay muchas partes de la realidad. Yo respeto mucho a mi hijo, que queda lindo en el discurso, pero después hay que sostenerlo y es difícil.
La ilustración del Power Ranger de tapa es de Juan. “Hay un poema que tiene que dialoga con el dibujo de tapa, ese dibujo. La editorial lo aceptó y quedó el dibujo, me parecía también muy significativo que él lo haga”, dice, y habla orgullosa del talento del joven para dibujar.
“Fue cerrar una etapa que tenía claramente que ver con su ingreso a la facultad, o sea, con soltar algunas cuestiones que ya, que a mí me pasaron. En algún momento se corta el vínculo y creo que sí tuvo que ver con eso, el libro es estrictamente eso, volver a mí. Los últimos 19 años de vida el centro fue mi maternidad. A ver qué tenía que decir yo de este tópico universal. Qué me atravesaba a mí, digamos. Es un conocimiento poético, justamente», analiza.
EL TRABAJO SOLIDARIO DE PUBLICAR
“Yo quería el formato libro. Lo pensé mucho, pensé en hacer una publicación liberada, pensé en hacer una publicación en formato virtual, pero quería ver el libro. Tengo 42 años, necesito imprimir, marcar, leer, comprarme el libro. Tiene que ver también capaz con una cuestión generacional seguramente. Me parecen súper válidas, de hecho, las consumo, la poesía oral, me voy a los eventos, no puedo creer la libertad que hay en esos lugares, pero hay algo en mí que no responde a eso también. Y no solamente tienen que ver con un sueño personal, sino que colaboran también con una industria como la editorial”, señala.
A pesar de las crisis económicas que atraviesa también al sector, existen “posibilidades para que escritores de diversos puntos del país puedan publicar de un modo súper amable con la publicación y al mismo tiempo profesional”, comenta sobre Halley Ediciones.
“Es una manera también de resistir, para mí es fundamental que siga existiendo la industria del libro. Esta industria que tiene que ver con este trabajo solidario entre, por ejemplo, editorial y escritor. y eso llevado a de vuelta el valor incluso la trascendencia de la cultura.
Permite, señala, que “una escritora de Corzuela, de Chaco”, tenga un libro en librerías -del país, en una biblioteca popular o de una familia totalmente.
Hay una cuestión corporal importantísima que no lo han logrado otros formatos».
“Como docente, como escritora, me interpela mucho el objeto del libro, soy muy insistidora como docente con que impriman, traigan los libros creo que hay una cuestión corporal importantísima que no lo han logrado otros formatos. Es lo que a mí me interesa transmitir, creo que también por eso quería el objeto libro”, finaliza.
EL ARBOL AMARILLO
Coronel quedó seleccionada en la convocatoria de fechas de la librería resistenciana El Árbol Amarillo, en avenida Sarmiento 710. Mañana -10 de agosto-, El Libro de Juan se presenta por primera vez a las 18.30, con entrada gratuita.
El espacio no es casual. Habla en su sitio de “reivindicar a la librería como un lugar de encuentro con las producciones de la cultura escrita, así como de conversación, de familiaridad, donde se construyen relaciones personales entre lectores y libros en un ambiente ideado para la reunión. Como los lapachos florecidos que envuelven de color amarillo nuestra ciudad con una experiencia estética de inigualable hermosura, queremos ofrecer a niños, niñas, jóvenes y mediadores obras que los cautiven con su belleza, sensibilidad y calidad literaria”. Toda una idea que une a la librería como esa sala de alumbramiento para este poemario.